sábado, 9 de marzo de 2013

Manifiesto: Por una educación pública

Hay algo que me parece bastante lógico: que la educación sea pública. Pero parece ser que la gente no entiende lo que significa el concepto de "público". Que sea público, no quiere decir únicamente que sólo perciba financiación pública, sino que es un concepto del que se desdoblan una serie de ideas primordiales para cualquier progresista.

El acceso a la educación es un derecho universal contemplado por la Constitución Española en la Ley Orgánica 8/1985. Esta ley dice claramente que todos y todas tenemos acceso a una educación básica, y además que también tenemos derecho al acceso a la educación superior, sin que el ejercicio de ese derecho (es decir, el derecho en sí) esté sujeto a discriminaciones debidas a la capacidad económica, nivel social o lugar de residencia del alumno.

Digo que que sea público me parece lógico, para empezar, porque es un bien que afecta al conjunto global de la sociedad, lo que parece que también olvidamos. Señores y señoras, los niños y niñas van a crecer, y somos el futuro del país, y los que soportaremos las pensiones también.
¿Cómo conseguimos que todos y todas tengan posibilitado el acceso a una enseñanza pública y de calidad independientemente de su capacidad económica, nivel social o lugar de residencia? ¿Cómo logramos que el sistema sea UNIVERSAL? Muy simple, financiando la educación con fondos públicos, ¿de dónde sacamos ese dinero? De nuestros impuestos. Aquí es donde aparece el concepto de SOLIDARIDAD. Todas y todos debemos contribuir a que nadie se quede sin poder estudiar, sea yo usuario de la enseñanza pública, de la privada o habiendo acabado mis estudios, porque nadie me libra de que me atropellen, y no me gustaría no poder operarme por no poder pagar la operación, y seguro que tampoco le gustaría a nadie. Y no puede ser que tras cuatro años puedas haberte gastado 4000 euros o más en tus estudios, porque seamos sinceros, no todas las familias pueden soportar el gasto de los estudios de sus hijos. En este sentido, ya que siempre seguirán obstinados en pagar más que el dinero de los impuestos, me gustaría que las ayudas fueran más hacia la renta familiar, que hacia si es familia numerosa o no. Aquí se aborda el concepto de EQUIDAD, la igualdad de oportunidades es necesaria para esta concepción de la educación.
Tampoco entiendo que se nos pida un esfuerzo, se nos obligue a pagar más impuestos sin progresividad alguna (es decir, pagando más los que menos tenemos), y posteriormente salga una ley que pretende destinar menos dinero a la educación y empeorar bastante la calidad y estructuras del sistema. Es decir, hay que cambiar por completo el modelo fiscal para que los que más tienen ayuden más a los que tienen menos.
La única organización que puede llevar a cabo este sistema, es la administración pública, el Estado, porque una empresa siempre dependerá de términos económicos, y no de la rentabilidad social.

Al ser universal está garantizado para todas y todos, es equitativo, así que independientemente de quien ejerza este derecho se otorgará el mismo trato, sin preferencias ni privilegios. Más o menos, en esto consiste la concepción social de la educación, ahora os introduciré en la segunda parte, también necesaria para este sistema: La DEMOCRACIA. La democracia no puede ser sólo un instrumento usado en la política institucional, para demostrar que la política empieza en uno mismo, la democracia ha de ser una superestructura que afecte de manera transversal a todos los órganos privados o públicos que quieran permanecer en un estado democrático en el que la soberanía sea emanada de la ciudadanía.
Dice este dichoso artículo sobre la regulación del derecho a la educación, que es derecho de las y los alumnos participar en el funcionamiento y en la vida del centro. Por lo tanto, que es nuestro derecho DECIDIR en el funcionamiento del centro. Este derecho supone a la ciudadanía (y al individuo) como elemento reformador, y no sólo como un simple usuario. Por esta razón, no entiendo que en los institutos, los consejos escolares no tengan más representación del alumnado, y que no esté contemplada una plataforma asociativa de alumnos de cada centro, tal como es el AMPA. Y tampoco entiendo que nunca se nos pregunte, y que los delegados tengan como función más importante llevar el parte de asistencias de una clase a otra y organizar la graduación en segundo de bachillerato. Tampoco entiendo que los centros hagan la jugarreta de poner las tutorías a primera o última hora para que nadie venga, y que además no se nos permita a los alumnos LOS BENEFICIARIOS de la educación, la oportunidad de organizar actividades desde las secretarías de los institutos. ¿No somos partícipes de la vida y funcionamiento del centro? Pues yo no quiero que ésto sea papel mojado, quiero que se respeten mis derechos como pupilo no sólo en principio, sino en acto. ¿Es que somos menos que los profesores? Con 16 años podemos decidir si nos quitan un órgano, con 18 podemos decidir el futuro de nuestro país, pero nunca tenemos la oportunidad de decidir cómo queremos que sea nuestro centro. Esto tiene que cambiar de inmediato.

Otras partes interesantes de la educación las que conforman su finalidad. "La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia", "La formación en el respeto de la pluralidad lingüística y cultural de España", o "La preparación para participar activamente en la vida social y cultural" me parecen las más interesantes.

Y entra este nuevo gobierno, y el ministro de educación decide dejar su firma en el hall of fame de los ministros con nuevas leyes de educación. Presenta la LOMCE, la ley de las dos mentiras, porque su nombre es el de Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa, y no mejora la calidad de la educación. La segunda mentira viene cuando al leer la ley ves que sólo tiene un artículo: "Reforma de la LOE" y tampoco es una reforma de la LOE, sino que es una ley nueva. Pero bueno, hemos tenido que aguantar la expresión de "agenda reformista" cuando todo lo que intentan es tirar a bajo todo lo que estaba construido, no reformarlo. Se presenta esta ley, y de lo que más parece quejarse la gente, es de los recortes. No, señores, no. A mí lo que más me molesta es que esta ley pretenda acabar con la accesibilidad, cortando la universalidad y elitizando al alumnado mediante subida de tasas injustificadas, y exámenes externos para calificar a los centros con la libertad del cuerpo directivo de admitir o no admitir al alumnado por libre elección, convirtiendo al único órgano colegiado que promovía la participación estudiantil en la vida y funcionamiento de los centros en un aparato consultivo, es decir, una muy importante herramienta en principio, y una institución sin funciones en la práctica. También me parece bastante ofensivo que esta ley pretenda ignorar la existencia de homosexuales o de que no sólo merecen respeto, sino que merecen los mismos derechos que todas y todos, porque ¿cómo vamos a tener como finalidad la formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales si no nos dicen que el matrimonio o la adopción son derechos universales? También coarta a las distintas CCAA quitando porcentaje de competencias que adquiere el estado, y a las que tienen realidades lingüísticas en divergencia del castellano y las obliga a estudiar en castellano, ¿y así formamos a nuestra sociedad en el respeto de la pluralidad lingüística y cultural? ¿Lo haremos sin enseñar nuestras distintas lenguas y nuestras distintas culturas? y, finalmente, ¿cómo vamos a promover la participación en la vida social y cultural de nuestro país si a las asignaturas como música o arte las delegamos a un segundo nivel cuando no las quitamos?

Estábamos en un momento genial para la educación, en la que conseguir que se potenciaran la democracia interna, el respeto, la igualdad, la universalidad era una realidad muy cercana, y en cambio vamos a pasar a un sistema educativo que en mi opinión sólo pretende potenciar el clasismo, creando una educación para dos niveles de alumnos claramente diferenciados: aquellos con aspiraciones académicas, que podrán estudiar una carrera (los que se lo puedan permitir), y el resto que se formará en ser mano de obra eficiente para el mundo laboral. Por eso ahora es más importante que nunca que ejerzamos nuestro derecho (y deber) de asociarnos, para luchar con miles de puños, y hablar con una sola voz. Esta puede ser nuestra última oportunidad para demostrar quienes somos y lo que creemos importante.

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