El Sáhara Occidental es una región que limita al Norte con el Reino de Marruecos, al Sur con Mauritania y al Este con Argelia, y su historia no se debería olvidar nunca, porque tiene un presente ciertamente duro. Constaba como provincia española hasta 1975, cuando España decide que va a proceder a eliminar su presencia en la región mediante una Ley, un anuncio al Secretario General de las Naciones Unidas, y un acuerdo secreto a tres partes con Marruecos y Mauritania denominado "Acuerdo de Madrid", por el que España pretendía transferir la administración a estas dos potencias que en su momento disputaban el territorio. Las potencias administradoras de territorios no autónomos como el Sáhara Occidental tienen el deber de velar porque los pueblos que la habitan se expresen democráticamente para que sea el mismo pueblo el que decida sobre su futuro político, este es el famoso Derecho a la Libre Determinación de los Pueblos del que estos días hablan tanto algunas políticas y políticos de Catalunya. Está claro que ni Marruecos ni Mauritania tenían estas pretensiones, ya que ambos habían interpuesto un contencioso territorial en la Corte Internacional de Justicia (máximo órgano jurisdiccional de la ONU), reclamando títulos sobre el territorio del Sáhara que, según las partes, les correspondían desde tiempos inmemoriables. La Corte Internacional dejó claro que esto no era así, y que el Sáhara Occidental era un territorio no autónomo administrado por España, que contenía pueblos (muchos de ellos nómadas) ya estructurados y organizados. También en 1975 se da el fenómeno de la "Marcha Verde", una movilización del Reino de Marruecos de una cantidad masiva de población civil y efectivos militares hacia el territorio saharaui para comenzar lo que hasta hoy es una ocupación ilegal, asunto que dificultó notablemente la creación de un censo para la celebración del referéndum. Por otro lado Marruecos ha cambiado el nombre de varias ciudades como la capital El Aaiún, fundada por españoles, para que pase a ser Laâyoune, en francés.
Nadie vive así por gusto.
Desde entonces hemos vivido episodios terribles de una omisión de deberes por parte de España. Episodios de detenciones ilegales, de entradas en domicilios privados y fuerzas pro-marroquíes que se llevan a jóvenes, de violaciones de mujeres y niñas, de habilitación de escuelas de secundaria y campos de fútbol para contener a saharauis retenidos (¡CAMPOS DE FÚTBOL!), de desapariciones, y apariciones de cuerpos enterrados en fosas comunes, a parte de los exiliados, porque en el desierto del Tindouf (Argelia) hay entre 100.000 y 200.000 refugiados saharauis en campamentos. A nuestros oídos llegan informaciones sesgadas y en cuenta-gotas, lo propio en dictaduras totalitarias y regímenes absolutistas (el monarca alauí es césar y papa). Muy pocas agencias de noticias informan sobre este conflicto. Un ejemplo de ello son las cifras de muertos que aparecen publicadas con cada levantamiento de campamentos. Por un lado tendremos las informaciones oficiales de Marruecos, que las cuentan en decenas (si eso), y por otro a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y al Frente Polisario, que hablan en cientos y miles, además de los testimonios de personas exiliadas y observadores internacionales. Marruecos se lleva negando un tiempo a que las Naciones Unidas, a través de la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referendum en el Sáhara Occidental), aumente sus competencias y pueda velar por el cumplimiento de los Derechos Humanos en el territorio, ¿por qué será? Muy pacífico todo, a que sí. Nos encontramos ante una situación en la que un Estado pretende ocupar un territorio, y para hacerlo asesina y recluye en campos de concentración al pueblo que ahí vive.
¿No recuerda a algo?
España mientras tanto mira hacia otro lado, de hecho encontramos desde el silencio hasta a ministras de exteriores con la invención asesina de proclamar a Marruecos como "potencia administradora de facto", concepto que no existe, España es la única potencia administradora del territorio, y quiera o no, tiene el deber de conducir al pueblo saharaui a ejercer su libre determinación. Ningún gobierno ha dado la cara por un pueblo oprimido cuyos derechos están siendo vulnerados sistemáticamente. Negamos la ayuda diplomática a nuestros nacionales, seguimos dando largas a la convocatoria de un referéndum para acabar con esta situación, y no sólo no apoyamos materialmente al pueblo saharaui, sino que permitimos la venta de material de defensa de doble uso (material civil que puede ser usado con fines militares) y armas convencionales al Reino de Marruecos, incumpliendo nuestra ley y el derecho internacional. El Reino de España se lucra con la violencia de Derechos Humanos, y financiamos la guerra sucia, pero no sólo España, también lo hace la Unión Europea como tal, que a través de las instituciones comunitarias celebran y renuevan acuerdos en materia pesquera con Marruecos para explotar los recursos marinos de la plataforma continental del Sáhara Occidental sin darle al Sáhara ninguna remuneración. Entre China, Rusia y España se está acabando con la biodiversidad marina del Sáhara Occidental, y si lo hacemos sin ningún tipo de sostenibilidad es porque no tenemos en cuenta que el pueblo saharaui ha de tender a su independencia, ¿de qué recursos van a vivir cuando llegue (si llega) este momento? Si por un lado tiene la pesca insostenible y por otro lado la sobreexplotación de recursos minerales en el territorio, y todo ello con la oposición de la RASD, su legítimo representante.
Hay mucho por lo que quejarse, por ejemplo:
¿Hasta dónde va a llegar esto? ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir legitimando y financiando el genocidio de un pueblo con el que España está generando una deuda moral colosal? ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir cerrando los ojos? Esta situación merece la movilización de la sociedad española, tenemos que decir que no podemos seguir manteniendo al régimen asesino de la monarquía alauí. No pueden valer más las amenazas del Reino de Marruecos con el control de la inmigración y el narcotráfico. El pueblo saharaui merece una respuesta clara y tangible de la política occidental de apoyo definitivo que les conduzca a expresar su libertad y liberarse por fin del yugo de la colonización en el S. XXI.
Levantemonos juntos ¡por un Sáhara libre!
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