martes, 3 de junio de 2014

Después de un año estudiando derecho te cambia mucho la forma en la que ves la realidad. La perspectiva jurídica es muchas veces impactante, sobretodo si pensamos en la responsabilidad de los actos. Ser adulto conlleva eso, empezar a ser responsables... y ser responsables no siempre es fácil, no siempre se puede ser responsable y elegir la opción "más bonita". Son cosas de la coherencia.

Esto, que parece una tontería, en democracia es fundamental. Incumplir una ley conlleva un atentado contra el concepto mismo de ley, contra todo el ordenamiento jurídico... y sin este marco jurídico poco nos queda. Con la llegada de los estados democráticos de derecho, y tras la entrada en las instituciones de una representación de trabajadores/as, la ley se erigió como el arma por excelencia que sostenían las clases humildes en contra de aquellas fuerzas cuya supremacía les viene dada por realidades de hecho. Los derechos son realidades jurídicas, no naturales. Por eso aquell@s que detentan el poder fáctico siguen reclamando menos Estado, menos Derecho(s).

Frente a las voces que dicen que el Estado es opresión, yo discrepo. El Estado es instrumento, es herramienta, y está en nuestras manos. Podemos cambiar una norma si no nos gusta, pero no podemos incumplirla, porque si relativizamos el marco legal, quedaremos desprotegidos frente a aquellas personas para las que nuestros derechos son un impedimento para lograr sus fines. Si el Estado es injusto, transformémoslo, hagámoslo nuestro. También genera responsabilidad no hacer nada por transformar la realidad cuando tenemos el poder (y el deber, a mi modo de verlo) de cambiar las cosas.

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